Ese es el tipo de pregunta que tal vez ya estés cansado de responder. La pregunta en ocasiones va seguida de una opinión de lo que debés o no hacer.
Lejos de decirte cómo debés levantar esas pesas o cuánto veces son las que tenés que ir al gimnasio, nos interesa apoyarte a que sigás ejercitándote de la forma en que querés y según tus metas y reglas.
Entonces, ¿por qué hacés ejercicio?
Para disfrutar más la vida. La actividad física pone al cuerpo a producir endorfinas, la hormona del placer. El bienestar te permite “engancharte” y seguir ejercitándote.
Los cambios físicos que produce la actividad aumenta la autoestima y la confianza en sí mismo. Te ayuda a que tengás ánimo por la mañana para levantarte e ir a trabajar o para desarrollar proyectos personales.
Trabajás con más tranquilidad. El ejercicio reduce el estrés. Te es más fácil encontrar soluciones y tener nuevas ideas. Disfrutarás de tus labores y mejorará tu carácter.
Mejora tu calidad de vida. Es más difícil resfriarte y se reducirán en gran medida las posibilidades de sufrir alguna enfermedad del corazón o de cáncer. Podrás hacer todas las cosas que te gustan sin que algún malestar te lo impida. Y cuando seas mayor podrás disfrutar de una mayor movilidad y más autonomía.
Hace que tengas una mayor energía puesto que te permite descansar mejor. Es mucho más fácil poder realizar tus actividades diarias.
Te verás joven por más tiempo. El ejercicio físico mantiene nutridos tus órganos al hacer circular la sangre llevando oxígeno y retirando las toxinas. Además, promueve el desarrollo de colágeno manteniendo tu piel elástica y reduciendo las arrugas y líneas de expresión.
Pero sobre todo, ¿por qué hacés ejercicio? Para poder seguir haciéndolo.